jueves, 15 de febrero de 2007

Un chico con hambre

Radiografía de un chico con hambre
“Que no haya hambre”, ese es el pedido mayoritario de los chicos del norte argentino y se supone (esto pensado en quienes nos gobiernan), con la mano no se puede tapar el sol.
La desnutrición infantil en Argentina afecta especialmente a las provincias del nordeste, noroeste y al conourbano Bonaerense. Antiguas falencias del sistema de salud, carencias en la infraestructura sanitaria, inoperancia política, son algunos de los factores que explican la existencia de desnutrición infantil en uno de los país con mayor extensión de tierras fértiles (el territorio argentino tiene casi 250.000 km2 de tierras cultivables).
La palabra desnutrición de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (es bueno saber de que se habla) se utiliza para referirse a varias dolencias relacionadas con la ingesta de uno o más nutrientes (por ejemplo, proteínas, yodo o calcio) y caracterizadas por un desequilibrio entre el aporte de nutrientes y energía y las necesidades del organismo para su crecimiento y desarrollo.
En el año 2001 la proporción de niños con bajo peso al nacer (menos de 2,5 kilos) era de 7,4% una tasa próxima al promedio de los países industrializados (7%) que al de América Latina y el Caribe (9%). Esta constante se vino manteniendo desde 1990, pero una serie de datos más recientes difundidos por algunos hospitales (no todo es color de rosas con Kirchner, para los que se comen cualquier verso) sugieren que aumentó.
Otro dato que anticiparía índices más altos de desnutrición es el incremento que ha experimentado el número de niños que viven en hogares indigentes (que no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir una canasta alimentaria básica). Un dato más: en octubre de 2002 el 42,7% de los menores de hasta 18 años era indigente (estos no son porcentajes sacados al boleo, se trata de un estudio del Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales de la Nación, SIEMPRO). Y solo acoto que en Misiones, Chaco, Corrientes y Salta esta cifra llegó al 55%.
Las regiones más castigadas por la pobreza en octubre de 2001, poco antes de la devaluación y la cesación de pagos del país, había en Argentina 9,4% de hogares indigentes, en mayo de 2003, 17,9%. (Recibo comentarios).
El bajo nivel de instrucción de las madres es una de las causas más importantes de la desnutrición y de la mortalidad infantil. Pregunto que papel viene jugando el gobierno en todo esto porque pareciera ausente según los datos o directamente queda comprobada la inoperancia K (que no es K de Kilo sino K de Kirchner).
Para los privilegiados de la urbe los datos que están próximos a leer parecen sacados de un censo a principio de siglo empero son los datos que se obtuvieron según el Censo Nacional 2001.
El 15,9% de los 10,1 millones de hogares de la Argentina carece de provisión de agua dentro de la vivienda. Los hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI), indicador de la pobreza estructural de una sociedad, son el 14,3% del total. De ellos, no tiene agua dentro de la vivienda el 50,8%.
En el análisis de esta situación vale marcar diferencia, la persistencia de niveles elevados de desnutrición no es solo producto de la crisis económica sino el virtual colapso del sistema hospitalario.
Aunque el gasto global en salud ha sido elevado en comparación con países similares (en el 2001 la suma del gasto público y privado fue de 23.200 millones de dólares, un 8,7% del PBI, sin embargo la mortalidad infantil para el año 2001, de 16,3 por mil nacidos.
El informe 2003 sobre la situación de salud en Argentina del Ministerio de Salud dice que “en todas las provincias argentinas, por lo menos una de cada dos muertes de niños podría evitarse” (MIERDA QUE DA BRONCA saber que se puede evitar y queda escrito en un informe).
La mortalidad infantil más elevada se presenta en Formosa, Tucumán, Chaco, Corrientes, y La Rioja; la más baja, en la ciudad de Buenos Aires.
Claro, también hay que entender las disparidades regionales (cuestión no que no justifica sino que hecha mas luz sobre la inoperancia del sistema). En la ciudad de Buenos Aires hay un médico cada 95 habitantes; en Tierra del Fuego, uno cada 962.
Cuanta carencia y una sola promesa que ningún político sabe cumplir: “Que no haya hambre”.

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