jueves, 15 de febrero de 2007

Lo mio no es locura

Colgada de la parte mas baja del globo terráqueo estaba yo sentada mirando para todos lados con mis ojos oscuros y manos blancas. Supuse que cuando fuese mi 24 de julio podría pensar una Caída Maestra para acaparar la atención de todos en Alta Gracia. Pero mi parto fue natural, era domingo, dos menos diez de la noche, llovía, y en otro lugar de la tierra Elvis Presley estaba ya en sus ultimas.
No se si fue ahí o más adelante que me pensaron demasiado rara para estas veredas. Sin embargo la incertidumbre no se fue. Mi vida se caracterizó en pasar por diferentes niveles de locura, pero siempre controlable. Mi mamá desde que aprendí a caminar guarda un chaleco de fuerza en el placard de mi habitación por cualquier percance que pueda tener cuando los medicamentos ya no me hacen efecto.
Mis primeros recuerdos de esquizofrenia se remontan a Salita Rosa del Jardín de Infantes. Varios recuerdos vagos me atormentan cuando pienso en aquellos años dorados.
Sé que era la mas “linda” de todas mis compañeritas. Si, admito haber destruidos varios corazones... placeres que no muchos han logrado tener, lastima que solo me duro hasta salita amarilla. Aproveche esas circunstancias para coleccionar todo objeto posible que cualquier niño condenado por mis hechiceras trencitas y rendido ante mi presencia de arena con barro, me regalaba para intentar ganar un lugar al lado del mío mientras tomábamos Nesquik. Desde autitos (que muy poco me interesaban), hasta mielcitas, chicles, ropa para mis muñecas que muy probablemente le robaron a sus hermanas guarde en una caja con la etiqueta de “Objetos a mi Culto”.
Y así pase mi hermosa niñez, hasta que en un recreo de Salita Amarilla, por esas cosas de la vida, me ate a mi silla con una cinta “amarilla” y con 8 nudos cortándome la circulación de la sangre, no podía desatarme. Siendo el hazme reír de todos mis compañeritos, tuvo mi “señorita” que buscar una tijera para desatarme de la silla. Atormentada por las risas huí del Jardín de Infantes y me escondí en las cuevas de la inmensa ciudad (debajo de mi cama).
Lo que antes era mi arma, mi instrumento de persuasión... mi simple belleza, era ahora tan insignificante como los piojos que daban vueltas en el arenero de la plaza. Decidí terminar el jardín de infantes en total anonimato. A la edad de 4 años tuve mis primeros cambios de personalidad, ya no era la nenita de trencitas sexyes, sino que era tan solo la nenita que se ato a su silla con una cinta y no podía respirar.
Tomando la decisión de cambiar de domicilio, nombre, y color de pelo. Mis años por la primaria estuvieron fielmente marcados por la presencia en mi vida de Elizabeth de V Invasión Extraterrestre. Hasta me supuse con poderes como para pelearme con mis vecinos 5 años más grande que yo e intentar patadas voladoras y pensar que con mis pensamientos yo los podía congelar. Me confundí. No era Elizabeth, y no tenia ninguna amiga de nombre Judy.
Entonces comenzaron las épocas de la Mujer Maravilla, conformándome durante tres meses con las toallas del baño como capas, esa navidad tuve mi Gran Traje De Mujer Maravilla, con lazo y muñequeras. Ese verano no tan solo tenia poderes de auditivos suprahumanos, sino que también podía hacer todo lo que quisiera. Me confundí de nuevo, mi mamá me obligo a ponerme el uniforme para ir al colegio un día de marzo. Guarde a la mujer maravilla después de una larga ceremonia.
No dolió demasiado. Un mes mas tarde vivía aterrada con la idea de que los simios nos dominasen. Obligada a abandonar mis placenteras tardes viendo Bajo el Planeta de los Simios, entendí que por más peluda que fuese, mono no seria nunca.
Tuve mi primer amor a la edad de 12 años, Rick Hunter. Horas de mi vida dedicadas a su presencia frente al televisor. Robotech. Destruido mi corazon al entrar en razones de este amor imposible, quede marcada de por vida en la maldita costumbre de amores imposibles. Primero fue Rick Hunter, después Fast (Brigada A), después me enamore de Karate Kid... y morí de amor por el chico de Terminator.
La Secundaria fue una de las mejores partes de esta historia. Muy buenos amigos, demasiada diversión, Vanila Ice, Bon Jovi... Aerosmith y I don`t mind If I don`t have a mind”, Kurt Covain y los Guns. Fiestas, Daiquiris, Bariloche…
Cuando tenia 17 años tuve que decir que quería hacer de mi vida, justo cuando menos ganas tenía para pensar en serio.
Todavía no había secuelas de locura en mis expresiones, supuse ser abogada. Pero resulto la pasantía demasiado aburrida. Me tenia que definir... hoy que ya termine todo... “conócete a ti mismo y hazte quien eres”. Estudie lo que me gusto... y si... quiero escribir.
Y no se si fueron en estos últimos 5 años que tal vez me trastorne un poco... es que no pude superar a Rick Hunter.

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