jueves, 15 de febrero de 2007

Adoquín San Isidro

Era luna llena, había luz en la calle cuando el pasó por su casa y le rompió el vidrio del living con un adoquín San Isidro. No se dio cuenta que venía un auto de frente, lo esquivó y terminó chocando contra un sauce llorón. El auto quedó destruido. Bajó del auto aturdido para sentarse en el piso. Tenía un hilo de sangre sobre el lado izquierdo de la cabeza, se tocó el pelo. Le dolía bastante. Intentó pararse pero se cayó al piso. A los veinte minutos recién llego la ambulancia. Le dieron los primeros auxilios, examinaron la obra social que tenía. Llego la policía, hizo todos los peritajes. Y llegó el seguro del auto. Mientras tanto el estaba acostado adentro de la camilla, ya mas calmado aunque aturdido, respondía preguntas que el policía, cabo primero de la comisaría 124, le hacía para entender como fue que se estrelló contra un árbol en una avenida doble mano bien ancha.
El no se acordaba que estaba haciendo antes del accidente en el auto. Ni idea a donde iba, ni tampoco de donde venía. Tenía la cedula de identidad: Lucas.
Se acercó otro policía a la ambulancia con un adoquín en la mano. Encontramos esto adentro del auto, sobre el asiento del acompañante, en el baúl hay otros 30 adoquines. ¿Qué hace con tantos adoquines?
Una mujer con otro adoquín se acercó al policía y le dijo que alguien una hora antes le había tirado un adoquín desde la vereda y le había roto el vidrio de la ventana de su casa. El adoquín cayó sobre el televisor y lo había aboyado. Cargaba con el adoquín para mostrarlo como prueba.
El policía se acerco a Lucas y le preguntó porqué le había tirado un adoquín por la ventana adentro de la casa.
Lucas estaba perdido. No tenía ni idea de nada. Lo último que tenía en la memoria era el enfermero curando las heridas que tenía en la cabeza.
Cuando la señora mostró la piedra, se acercó también un hombre mayor con otro adoquín y dijo que se lo habían tirado ya hacia unos días y le había roto el vidrio de la ventana de la casa. Después de un rato ya eran como 27 personas a las que Lucas les había tirado adoquines adentro de sus casas.
Lucas fue internado en el Hospital Pirovano, tenía perdida de memoria. 5 Días mas tarde se ubicó su paradero. Una mujer de 45 años lo pasó a buscar. La policía le hizo un par de preguntas. Los adoquines los había sacado de las plazoletas que están en Echeverría y Zabalía. La cuestión es que ni Lucas, ni la policía supo nunca porque había arrojado esos adoquines a esas personas.

Pregunta

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?
Estaba sentada en el balcón de su casa recordando la última vez que había hecho algo por primera vez. Y se sintió como reventar una uva con un salto. Fue un crack asqueroso. Un crack mediocre. Simple y mediocre. No tenía memoria de cuando había hecho algo nuevo.
El jugo de la uva se transformaba en vino amargo pensando en la sensación de la uva reventada. Desparramada en el suelo. Verde. Jugosa, pero reventada. La piel abierta, las semillas abiertas. Todo explotado. Un salto y crack. Volvió de nuevo a la pregunta ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Hace mucho tiempo. Se volvió a sentar en el suelo, pensando en la uva que dibujo con su mente, pero la uva no era real, fue solo una sensación, y no la uva, sino el crack, cuando explotó con el salto.
La pregunta era estúpida y compleja a la misma vez. Acaso siempre tenemos que estar en continuo movimiento buscando cosas nuevas, lo dudó, pero entonces porque se sentía como esa uva reventada.
Agazapada en el suelo enroscó con sus dos brazos sus piernas y pensó en algo nuevo.
No había nada nuevo. Ni siquiera calles nuevas donde hubiese podido haber caminado la última semana, pero no, siempre hacia el mismo recorrido. Y le dio asco sentirse tan vulnerable con una estúpida pregunta: ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Se sentía diminuta, inservible, previsible. Nada nuevo. Todo viejo.
Suena el teléfono, se escucha la campana desde el balcón. Corre a atenderlo.
¿Hola?
Perdón equivocado…
Para, no cuelgues.
¿Qué?
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? , ella preguntó.
Hubo un silencio. Se sintió como otra uva se reventaba con un salto. Un tiro de fuego a la cotidianidad. Empujar los hábitos al precipicio.
Supuso mejor no volver a preguntar.

La mente, el cosmos y la naturaleza

A veces pasa que uno se encuentra a sí mismo pensando lo impensable. Hay un momento exacto cuando la conciencia se remonta quién sabe a dónde, y la inteligencia se dispersa y dispara hacia cualquier lado. Cuando te das cuenta, no tenés en mente el hilo de pensamientos que te llevó a pensar lo que en ese momento estás pensando, y por la intelectia se te cruzan mil cosas sin saber por qué.
Bajo este efecto mental siempre llego a la misma conclusión: Todo se reduce a los límites mismos de la capacidad que tiene el cerebro humano como nexo con el mundo exterior.
Mi punto de partida e hipótesis es sencilla: La capacidad del hombre por entender al mundo es tan limitada que necesita creer. Hay temas que derrotan la mente de todo hombre a la hora de dar explicaciones.
La muerte es uno de esos temas. La imposibilidad del hombre por saberse y comprenderse mortal. La sensación de fin se proyecta con la necesidad de tener hijos como la misma prolongación de uno mismo a pesar de la muerte. La eterna incertidumbre que la muerte planteó en todas las civilizaciones llevó a crear fantasías sobre lo que viene después de la vida. Tal vez a manera de hacer más leve el dolor que se siente ante no ser.
Esto que es miedo, es también la causa funcional de varias religiones. Creadas e inventadas para dar una explicación a lo que no tiene explicación porque no hay verdad certera que describa qué pasa después de la muerte. No hay ciencia que de veracidad sobre vida eterna, sino más bien, la veracidad de la ciencia está en explicar la vida y no la muerte, por eso la muerte da paso a la creencia de las religiones para amortiguar el dolor.
Otra palabra que deja ver las limitaciones del hombre es la explicación en el tiempo y espacio de lo infinito. Pasa que cuando el hombre al sentarse a pensar las dimensiones del universo, no encuentra cabida en la mente para comprender lo infinito en el espacio y tiempo (tal vez ocurra esto porque el hombre sea de naturaleza finita). Y entonces una vez más, la necesidad de creer fantasías se enfrenta contra el Big Bang y la Teoría Cuántica. La necesidad del Génesis y el Armagedon como hechos certeros que son creencias necesarias para darle calma a la mente.
Es que la mente no siempre comprende que el universo se extiende quién sabe hasta donde, y que nuestro lugar es meramente insignificante dentro de una galaxia, en un espacio donde hay más galaxias. Y saber que aun después y antes de la tierra, el tiempo existió. Antes del Big Bang era todo gases, pero algo había y algo habrá después de la tierra. Aunque creer en lo infinito es la contradicción de la negación de la nada, tal vez porque es aún mas difícil entender la nada como el vacío absoluto del tiempo y espacio, en este caso imaginar la nada es imposible.
Lo anterior fue un divague de pensamientos sueltos, pero es justamente la descripción perfecta de ese momento cuando la mente se encuentra a sí misma pensando lo impensable. Y si ahora no entendiste ni una palabra de lo que escribí, tu inconsciente te lo recordará cuando esto que describí te esté pasando, recién ahí vas a entenderme.
Ser yo no es fácil, pero ser la nada es imposible.

Juventud perdida y podrida

Conque amargura me cuentan de recuerdos. Una desidia por el presente. Un futuro trastornado.
Lo que es cruel es que siempre culparon a la juventud. “Juventud perdida y podrida”, gritan algunos viejos y no tan viejos. Nos señalan con el dedo, y te marcan (“Juventud perdida y podrida”) Juzgados por los mismos que roban la inocencia de los niños: ¡Que nada es fácil y todo cuesta el doble en estos tiempos ¡
Pero no mal interpretes a esta juventud. Mi juventud no espera nada de la generación anterior, ni de la anterior de la anterior. Puede ser que se queje. Tener 23 años, tener 28 años, tener 30 años y no encontrar trabajo. Entristece a la más pura de las lozanías. Los sueños envejecen cuando repartir CV es hábito pero nunca hay respuesta.
Y después están las exigencias mismas de la vida. Siempre hay alguien que te las hace recordar: “Sos un vago, yo a tu edad ...”
Pero esos no entienden que Argentina cambió. Salir a buscar trabajo no es garantía segura que lo consigas.
La presión personal, de la familia, de la sociedad, que te exprime la cabeza y haces todo lo que esta a tu alcance, pero no hay trabajo.
Y entonces aparece de nuevo quien siempre te hace recordar tu deficiencia porque no trabajas: “Sos un vago, yo a tu edad ...”. Le gritarías con todas tus fuerzas: “Vos a mi edad vivías en otro país, Argentina hoy es otra tierra de la que vos conoces”. Y mañana vamos a estar aún peor que hoy, menos probabilidad de encontrar trabajo, eso no se lo decís, pero uno lo sabe.
Escuché un comentario sobre el aumento de suicidios entre jóvenes. Y los viejos dirán por ahí: “Juventud perdida y podrida”. Pero es que no ven que Argentina cambió. Alguien un par de años atrás podía imaginarse un futuro, había algo que le daba certeza a todo lo que proyectara. Hoy, en mi Argentina no hay certeza y la imaginación se esfuma.
Tal vez ahora los sueños de la juventud si sean tan solo utopías, o si hay suerte (cruzo los dedos) se transformen en la fuerza necesaria que se necesita para cambiar a la Argentina. Aún cuando para algunos somos: “Juventud perdida y podrida”

La vida tiene caminos raros

La vida tiene caminos raros, esos que no están marcados por nadie, los que uno solo sabe descubrir cuando todo cambió demasiado para poder fingir felicidad y no queda otra salida mas que la que uno encuentra si es que tiene suerte.
Todos los sentimientos un buen día pueden llegar a culminar en una catarata de caos que llevan hasta el desquicio de la cordura, y solo ahí, cuando todo hace colapso en los nervios y lo sentís en las vértebras cuando te hacen explotar la cabeza de dolor, y la sangre te hierve sin saber que va a venir después cuando en la noche no podes dormir porque no podes dejar de pensar, y no sabes que hacer.
Dejas atrás tu morada, y te propones no volver hasta que estés satisfecho, sin cuentas pendientes, sin pensamientos dañinos, solo vos y lo que hay enfrente, sin importar nada.

Un pensamiento

¿…Y qué si tu realismo me aburre?, ¿…Y qué si tu no esfuerzo no me atrapa?.
Me vuelvo a sentar despacio una vez mas en el Columpio Ideológico que cuelga en mi mente, y con mis pies descalzos y en movimiento de cambio, desdibujo tu mundo abstracto.
¿… Y qué si me agotan tus palabras vacías?. Abro los ojos y detrás de ellas no hay nada para ver, vos no estas, no te comprometes. Y no busco tu ausencia porque siempre vi miles colgadas con clavos oxidados en las paredes de la historia.
¿… Y qué si tu limosna no alimenta?, ¿...Y qué si tu limpieza es mugre en mi sociedad mágica?. Me arrastro por mis tierras fértiles hasta tu realismo vacío y le planto una rosa, pegoteada, sucia, con tierra… pero rosa, natural para tu satisfacción artificial.
Tal vez no encuentres ideales. Cuentan en mi escuela que se hundieron en el mar de lo absurdo, y que alguien los escondió en Atlántida. Yo busqué pero no encontré. Entonces por obligación de lo inconsciente nacieron miserables nuevos héroes en estos tiempos, tu siglo. Y a través de un orificio maternal del televisor, brotaron tus ideales de zapping y Direct TV. Muy de a poco llegaron a tu mente y se encarnaron en tu vida. Tal vez sangres, tal vez ni te des cuenta.
¿…Y qué si tu quietud me duerme?. ¿Muerte en vida? O ¿Vida muerta?. Sin embargo yo me lleno del mundo que tiene granos de arena, el mundo que te rodea y te da asco. Y jamas tu solidaridad me interesó, y tus responsabilidades no son las mías.
¿...Y qué si tu apatía me da tristeza?
Y no hace falta que cambies el mundo, no todos nacieron para Ser.

Buenos Aires la fea

Tomar el tren de las 7:35 de la mañana que va de Suarez a Retiro cada día midiendo 1,60 no te deja un margen de respiración apto para llenar los pulmones de aire “Puro”, todo lo contrario... uno se sube al tren sabiendo desde antes de crusar la puerta que tiene que dar el último y prfundo respiro. Te ubicas en algún espacio o hueco y en cuanto te percatas que estas justo en el centro de un grupo de 5 gorilas, te das cuenta de que tu nariz justo está a la altura de sus axilas... Evitás pensar en ello pero el olor que por lo fuerte parece onion con cebolla te hace imposible trucar la mente... Y en la más alta de las reflexiones meditás: ¿Respiro por la boca o por la nariz?... Si respiro por la boca evito sentir el olor, pero me revuelve el estómago sentir esa baranda bajar por mi perfumada Colgate Menta Anticaries garganta. Y respiro por la nariz. Finalmente uno decide imaginariamente dejarse crecer escamas y respirar por las branquias.
Llegas a Retiro y en la maratón Carrefour por llegar primero a la salida, corrés con la boca abierta, la lengua colgando respirando oxígeno.
Finalmente salís de la lata apestada con olor a cebolla e iniciás el Turismo Aventura que implica escalar las montañas de piedra y cemento que hay desde que hace unos meses se dignaron a “urbanizar” Retiro.
Siempre hay dos oportunidades: bien puede ser un día soleado donde la calle deja brotar un olor a podrido totalmente imposible de digerir, o bien un día típico de diluvio porteño donde te transformás en canguro y jugás a saltar baldosas flojas. Saltás una, saltas dos, saltas tres hasta que... Splash! Baldosa floja y te salpicás con barro (... “la próxima vez me pongo las Pampero amarillas que todavía me entran”).
El día puede transcurrir sin mayores altercados hasta que llega el anhelado retorno a casa.
El subte siempre está más cerca. Reducis un tamaño un 50% más del ya poco 1.60 metro que medís, te encadenás todos los bolsillos y te abrazás de la mochila.
Finalmente entrás, estás ahí, parada, es más, enfrentada a alguien que mide como vos.
Por adentro das gracias a que no vas a tener que oler cebollas.
Felizmente pensás y hacés reflexiones filosóficas hasta que el Alerta Roja! de tu nariz empieza a emitir el insoportable instintod del olfato y en tu mente y con luces de colores aparece el cartelito: DANGER, DANGER, DANGER! MAL OLOR!!! NO, NO, NOOOO!... Su aliento me está matando y suponés que se trata de una mezcla de ajo con chicle y cigarrillo. Sabés que la única forma para sobrevivir es manteniendo la mente ocupada y a pesar de ser mujer hacés fuerza e intentás pensar... “¿Lía Salgado se parece a Julia Roberts?... ¿Por qué hay gente que le pone azucar al Nesquik si ya tiene?”. Pero al olor lo sentís raspar las fosas nasales de tu nariz y en un intento doblemente más fuerte volvés a pensar y buscás algún pensamiento deleitable... “BRAD PITT”, doblemente más deleitable... “BRAD PITT y KEANU REEVES”, aún más deleitable... “BRAD PITT, KEANU REEVES y YO”, y para hacerlo cósmico... “BRAD PITT, KEANU REEVES, Y YO EN LA CASA DEL GRAN HERMANO, SOLOS”.
Me bajo en Cabildo y Juramento, en la mente se me cruza un curso de Utilísima Satelital: “Cómo picar papel glasé”. Emprendo una caminata y voy tarareando la canción que me acabo de aprender para el recital de los Backstreet Boys... me siento re Britney Spears, Ups! Lo hice de nuevo!.
Empiezo a esquivar gente, tarjeteros y todo tipo de promoción: “coma como un caballo”, “revise su casilla de correo electrónico por $1 la hora”, “compre un televisor 60´, una heladera 2 puertas y llévese gratis la película de Rodrigo, el Potro”, “modernizamos su guía telefónica”, “gran promoción: Albergue Transitorio Miauuu”.
Finalmente decido con tantos papeles hacer una agenda personal totalmente reciclada que aprendí en Bricolash de Utilísima Satelital y empiezo a juntar de las veredas papel, papel, papel, papel, papel y más papel.
Llegando a la esquina los Backstreet son reemplazados de mi mente por el incesante ruido de bocinas, frenadas e insultos entre taxitas, colectiveros y la señora con su perrito marca Susana Gimenez que no llega a cruzar la calle.
Por suerte sobre Cabildo hay casas de camping y hago a tiempo para comprar un salvavidas, un snorkel y un tanque de oxígeno haciendo juego al mejor estilo Baywatch.
Empieza a llover, las veredas, baños públicos de perros, se transforman en abono para plantas, no me importa, tengo patas de rana.
Miro el reloj y me desespero “FALTAN 5 MINUTOS PARA BETTY LA FEA”.