jueves, 15 de febrero de 2007

Juventud perdida y podrida

Conque amargura me cuentan de recuerdos. Una desidia por el presente. Un futuro trastornado.
Lo que es cruel es que siempre culparon a la juventud. “Juventud perdida y podrida”, gritan algunos viejos y no tan viejos. Nos señalan con el dedo, y te marcan (“Juventud perdida y podrida”) Juzgados por los mismos que roban la inocencia de los niños: ¡Que nada es fácil y todo cuesta el doble en estos tiempos ¡
Pero no mal interpretes a esta juventud. Mi juventud no espera nada de la generación anterior, ni de la anterior de la anterior. Puede ser que se queje. Tener 23 años, tener 28 años, tener 30 años y no encontrar trabajo. Entristece a la más pura de las lozanías. Los sueños envejecen cuando repartir CV es hábito pero nunca hay respuesta.
Y después están las exigencias mismas de la vida. Siempre hay alguien que te las hace recordar: “Sos un vago, yo a tu edad ...”
Pero esos no entienden que Argentina cambió. Salir a buscar trabajo no es garantía segura que lo consigas.
La presión personal, de la familia, de la sociedad, que te exprime la cabeza y haces todo lo que esta a tu alcance, pero no hay trabajo.
Y entonces aparece de nuevo quien siempre te hace recordar tu deficiencia porque no trabajas: “Sos un vago, yo a tu edad ...”. Le gritarías con todas tus fuerzas: “Vos a mi edad vivías en otro país, Argentina hoy es otra tierra de la que vos conoces”. Y mañana vamos a estar aún peor que hoy, menos probabilidad de encontrar trabajo, eso no se lo decís, pero uno lo sabe.
Escuché un comentario sobre el aumento de suicidios entre jóvenes. Y los viejos dirán por ahí: “Juventud perdida y podrida”. Pero es que no ven que Argentina cambió. Alguien un par de años atrás podía imaginarse un futuro, había algo que le daba certeza a todo lo que proyectara. Hoy, en mi Argentina no hay certeza y la imaginación se esfuma.
Tal vez ahora los sueños de la juventud si sean tan solo utopías, o si hay suerte (cruzo los dedos) se transformen en la fuerza necesaria que se necesita para cambiar a la Argentina. Aún cuando para algunos somos: “Juventud perdida y podrida”

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